
Sala de Tourón, L., De la Torre, N., y Rodríguez, J.C.,
Artigas y la Revolución Agraria, México, Editorial Siglo XXI, 1978
El libro de Sala de Tourón, De la Torre y Rodríguez podría ser uno más entre tantos trabajos escritos acerca del proceso revolucionario que afectó de manera particular a la Banda Oriental y colocó a José Gervasio Artigas en el centro de la escena política durante al menos una década de conmoción absoluta y derrumbe de la estructura colonial. De hecho, existen trabajos previos de estos mismos autores en los que diversos aspectos, como la estructura económico-social de la colonia, o la misma figura de Artigas son abordados con minuciosidad. Pero ninguno de esos trabajos ha calado tan hondo en el Reglamento para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados, acaso porque lo que estos autores se han propuesto en este libro fue mostrar no sólo su aplicación, sino cómo éste pudo conectarse con la tradición de la Banda Oriental y su participación en el proceso revolucionario. Éste tal vez sea el mayor mérito de los autores, sin desmerecer la intención por poner en relieve la importancia de Artigas como conductor e intérprete de las necesidades de su pueblo, hecho que con el transcurrir de las páginas muestra cierta debilidad en el análisis cayendo en el riesgo de forzar algunas afirmaciones tornándolas un deseo político antes que una investigación histórica. De todas maneras, esto último podría
discutirse y por supuesto, quedaría muy lejos de la agitación panfletaria tan común y dañinamente utilizada por otros autores.
Las fuentes utilizadas para este trabajo fueron de las más variadas, pero por lo general pertenecen a organismos oficiales como el Archivo General de la Nación, y diversos Archivos de Hacienda. Con ellas, los autores fueron delineando de forma cada vez más clara su adhesión a la causa aritiguista, que ellos denominaron el “ala radical de la revolución hispanoamericana”. En efecto, una extensa introducción permite comprender la complejidad del proceso atravesando el mismo en forma diagonal a través de análisis que van desde la interpretación del “artiguismo” como corriente radical en la revolución hispanoamericana, pasando por apreciaciones generales de la estructura económica de la campaña hasta la diversidad de la sociedad colonial incluyendo en el seno de ésta lo que los autores denominan las contradicciones de clase. Las conclusiones que se desprenden de esos análisis permiten a los autores afirmar que “… el artiguismo cayo finalmente por la invasión portuguesa […], por la connivencia de la oligarquía oriental y la porteña y la defección de los caudillos” (p.66).
Un debate interesante se produce en el capítulo cuarto, ya volcados los autores a un análisis exhaustivo del reglamento provisorio. Este debate gira en torno a la propiedad de la tierra en disputa durante el período revolucionario y la necesidad por parte de los distintos actores (incluyendo al propio Artigas) de articular distintas herramientas a fin de defender las diferentes posiciones que cada vez se delinean con más claridad: por un lado detentadores y por el otro, monopolizadores de la tierra. Y entre éstos últimos, según los autores (que retoman palabras de Guerra y Larrañaga), “…el Cabildo miró siempre con fría y afectada aprobación el código agrario artiguista” (p.85).

Pero el debate toma dimensiones aún mayores al momento de discutir la diversidad y autenticidad de reglamentos que proliferaron en la campaña a partir de las instrucciones del caudillo oriental. Frente a esto, Sala de Tourón, De la Torre y Rodríguez afirman estar seguros de poseer “… el ya conocido y auténtico original firmado por Artigas y seis de las muchas
copias que en su tiempo deben haberse extendido por diversos motivos” (p.88). La seguridad manifestada tiene un fuerte argumento: la gran cantidad de material analizado luego de una vasta investigación que incluyó archivos estatales y de dominio privado. De allí se desprende la siguiente conclusión: la polémica NOTA del artículo 13 resulta de copias que muy probablemente hayan sido desconocidas por Artigas, al tiempo que intentarían proponerlo como respetuoso de la propiedad incluso en posteriores análisis realizados por historiadores en el siglo pasado. Frente a este panorama, la siguiente afirmación resulta lapidaria: esta hipótesis debería ser desechada y, en cambio, debería tenerse en cuenta el contexto histórico para dar cuenta de que “… el origen del agregado nació en el período en que el Cabildo luchaba contra la política artiguista, que Artigas nada supo de la interpolación, y que no tuvo resultados prácticos por cuanto ni Artigas ni las masas de paisanos estaban en esos días para dejarse falsificar sus proyectos de revolución agraria” (p.91). Posiblemente sea éste uno de los capítulos más interesantes de esta investigación, de forma tal que la cuestión será rediscutida en los capítulos subsiguientes abordando tópicos diversos como la administración de las estancias (cap. V) o la obstrucción pasiva del Cabildo frente a lo que hacia 1816 será un alud incontenible de reclamos sobre la propiedad de la tierra (cap. IX).
El trabajo de Sala de Tourón, De la Torre y Rodríguez parece ser, en definitiva, el reflejo de una época en la que la crisis de acumulación capitalista impulsó a algunos intelectuales orientales a rediscutir y rescatar una historia de disputas sobre la propiedad de la tierra en el siglo XIX, que se reanudaron a mediados de la década del ´60 del siglo XX en el Uruguay de la mano de diversas corrientes de izquierda que hacia fines de esa década conformaron el MLN-T (Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros). No en vano Lucía Sala de Tourón dedica la totalidad de su investigación a su esposo; ella exiliada, él preso en el Uruguay. Y es que el reglamento, en aquel momento, se volvió una herramienta legal de disputa que en algunos casos impulsó manifestaciones como la “marcha por la tierra y con Sendic” (marzo 1964). Pero 1978, fecha de la reedición de este trabajo por la editorial Siglo XXI sería, por entonces, la hora de la derrota.
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